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Estado: Finalizada
Autor: I Eat Tomatoes

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CAPITULO 302

Capítulo 302 - Esa Noche Barker y sus hermanos de inmediato corrieron hacia adelante, pero César frunció el ceño con impaciencia...

—No se pongan tan cerca de mí.

No dejen que me convierta en el centro de atención.

Bajo perfil, bajo perfil.

Los cinco hermanos sólo pudieron sonreír torpemente mientras saludaban a César desde muy lejos.

*Gurgle* Mientras él probaba el vino, César se fue a esconder en una esquina de la habitación.

Cada vez que se encontraba con los enviados de los reyes e imperios, brindaría con ellos, sin darse aires de ser una Deidad en absoluto.

—César.

De repente, una voz fría sonó.

César giró.

Una sonrisa incómoda no pudo evitar aparecer en su rostro.

La persona que había hablado era la Santa Dama del Santuario de la Diosa de Hielo, Rosarie.

Rosarie lo miró.

Ella resopló un par de veces, pero no dijo nada más.

Siendo visto con esa mirada que parecía lanzar dagas, César no pudo hacer otra cosa que sonreír estúpidamente.

—Ya te has convertido en una Deidad, pero todavía actúas así.

Un toque de humedad pareció aparecer en los ojos de Rosarie, la belleza helada.

César forzó una sonrisa y dijo: —Rosarie, ¿no estás teniendo un tiempo maravilloso siendo la Santa Dama? Por desgracia, sólo soy un derrochador que se pasea por todo el mundo.

Voy donde me gusta y hago lo que me gusta.

No puedo cuidar bien de ti.

César sentía cierta miseria en su corazón.

—Lord César.

Linley también vio a César.

—No vayas —Desri sostuvo a Linley, con una pequeña sonrisa satisfecha y ‘desagradable’ en su rostro—.

¿Por qué vas a meterte entre los dos tortolitos? —¿Tórtolos? ¿No es ella la Santa Dama?  Linley se quedó atónito.

—¿Quién dice que la Santa Dama no puede tener un hombre? —Desri miró a Linley—.

Rosarie está casi en el nivel Deidad.

Que ella continúe trabajando a favor del Santuario de la Diosa de Hielo es para darle un poco de cara.

Desri sonrió mientras veía a César y Rosarie desde lejos.

´Linley intercambió miradas divertidas con Delia, y ella dijo: —Linley, ¿así que este es el Lord César del que me hablaste?  Linley asintió.

—Parece que esa Deidad ha incurrido en una deuda romántica —Delia apretó los labios mientras reía y Linley negaba—.

Lord César, él, uh...

Cómo debo poner esto...

Es un poco romántico.

Esa noche fue una muy festiva, sobre todo en el grupo de Desri.

George, Yale, y Reynolds también.

En el momento en que él saludó y conversó con todo el mundo, ya era medianoche.

Sólo en ese momento se dirigió hacia la habitación de Delia...

Uno de los beneficios de ser un Santo era que a pesar de haber bebido una gran cantidad de vino, Linley no estaba borracho en absoluto.

—¿Linley? Él escuchó que alguien decía su nombre antes de que incluso llegase a la puerta.

Linley se giró y vio a César tendido en un sofá mientras bebía vino.

—Linley, ¿cómo es que terminaste casándote? Cielos, después de que escuché que te casarías, realmente me sentí apenado por ti.

—¿Realmente apenado? —Linley se quedó atónito.

César se puso de pie y luego voló con gracia.

—¡Lo siento mucho! ¡Sin embargo, otro hombre ha entrado en su tumba! —mientras hablaba, el cuerpo de César voló alto en el aire—.

Oh, sí, feliz boda.

Muy bien, me voy.

La voz de César resonó en los oídos de Linley.

De repente.

—¡Tú, viejo libidinoso! Un sonido agudo y claro.

Una figura agraciada, vestida de blanco también voló en el aire, persiguiendo a César.

La velocidad de vuelo de César al instante aumentó.

—Uh...

Quizás es mejor estar en la ‘tumba’.

Linley tenía un rastro de sonrisa en sus labios mientras se dirigía a la puerta.

Pronto, llegó a la puerta de la habitación de Delia.

Había dos hermosas sirvientas en frente de ella, y las dos sirvientas abrieron respetuosamente la puerta.

Linley agitó su mano hacia ellas.

—Pueden irse ahora.

—Sí, Su Majestad.

En el cuarto oscuro, la única persona que estaba ahí era Delia, sentada en silencio frente a su cama.

Ella se limitó a mirar a Linley, esperando que él hablase.

Y, por último, Linley habló...

—Bebe.

Fuera.

—Jaja, jefe.

Bebe salió arrastrándose desde debajo de la cama.

—¿Bebe?  Delia no sabía si reír o llorar.

Hoy, Bebe había desaparecido muy pronto.

¿Quién hubiese pensado que habría estado escondiéndose allí? Linley miró a Bebe, que tampoco sabía si reír o llorar.

—Bebe, ¿qué estás haciendo? —Preparando un regalo para ti, Jefe.

Él levantó su cabeza en alto.

—¿Qué regalo?  Estaba perplejo.

Bebe sonrió, sus pequeñas garras le entregaron una roca negra.

—Esto es algo que mi buen amigo me dio.

Fue esa rata violeta y dorado de nivel Santo de la que te hablé la última vez.

Soy demasiado joven y no he acumulado mucha riqueza, por lo que mi hermano me dio esto.

—¿Qué es esto? —Linley tomó la piedra negra con confusión—.

¿Puede ser algún tipo de mineral raro o precioso? No puede ser.

¿Qué utilidad tendría un pequeño pedazo de roca de todos modos?  Linley lo inspeccionó cuidadosamente, pero no podía decir que era.

—Yo tampoco lo sé —Bebe se la dio a Delia—.

Delia, personaliza y átala a tu alma con sangre.

—¿Atarla con sangre?  Linley levantó una ceja.

Todo lo que necesitaba ser atado por sangre sin duda era un tesoro.

Por ejemplo, la espada Bloodviolet de Linley, o el Anillo Dragón Enroscado.

Incluso la espada pesada de adamantio no era digna de tener que atarse con sangre.

En términos generales, solamente artículos muy raros y valiosos requerirían ese proceso.

—Está bien.

Delia confiaba mucho en Bebe.

Una hoja de aire cortó su dedo, creando inmediatamente una pequeña herida.

Una sola gota de sangre cayó sobre la piedra negra.

La piedra negra de repente se transformó en un rayo de luz y envolvió a Delia.

Linley se sorprendió...

Él vio como la piedra negra se fusionaba en el cuerpo de Delia y desaparecía completamente.

—¿Qué está pasando?  Linley se sorprendió.

Nunca había visto algo tan raro como eso antes.

Bebe también se quedó con la mandíbula abierta.

—No tengo idea.

—Delia, ¿cómo te sientes? —preguntó Linley inmediatamente.

Delia negó con la cabeza y dijo con perplejidad: —No siento nada en absoluto.

Hmm...

En realidad, parece que puedo sentir la esencia elemental cercana con mucha más claridad.

Cierto.

Eso es todo.

Linley asintió en secreto.

En términos generales, incluso el más vil de los artículos, una vez atado por la sangre, no perjudicaría a su amo.

Linley no estaba demasiado preocupado por eso.

Pero...

¿Qué era esa cosa? —Bebe, esa piedra negra...

¿Por qué esa bestia mágica te la dio? Eso parece ser un tesoro —preguntó Linley.

Por supuesto, todo lo que sabía ahora sobre ese tesoro era una cosa; podía aumentar la afinidad con la esencia elemental enormemente.

Bebe negó a toda prisa con la cabeza.

—Jefe, sinceramente, ese buen amigo mío me la dio.

Dijo que es muy útil para los magos.

—¿Muy útil para los magos? Linley entendió.

Tal vez eso era algún tipo de objeto especial que podía mejorar la afinidad con la esencia elemental.

Era inútil para las bestias mágicas de nivel Santo, por lo que se lo dio a Bebe.

Pero Linley tenía la sensación de que...

¡Había más de lo que se veía en esa piedra negra! —Muy bien, Bebe.

¿Vas a permanecer aquí? Lo miró.

Los pequeños ojos de Bebe rodaron y luego se frotó la nariz dos veces.

—Jefe, ya que ahora tienes una esposa, te olvidaras de Bebe.

Sniff.

Linley inmediatamente envió un golpe en su dirección, pero para entonces, Bebe ya había desaparecido en un instante mientras salía de la habitación.

La puerta se cerró.

La habitación de inmediato se volvió tranquila.

Linley y Delia se sentaron lado a lado en la cama.

—¿Qué estás mirando?  Delia estaba un poco tímida en ese momento.

Linley rio.

—Estoy pensando...

Sobre cuántos hijos debemos tener.

Delia se sobresaltó.

Él de repente la levantó y la llevó a la cama, y ​​luego...

Una pieza de ropa tras otra salió volando desde la cama.

……… —Unngh...

No habían dormido en toda la noche.

—Whew.

Linley yacía en la cama, con Delia descansando encima de él, con su cabeza contra su pecho.

Las gotas de sudor causaban que el cabello fragante de Delia se pegase a su cuerpo.

Linley bajó la cabeza para mirarla.

Ese rostro ligeramente rojo parecía el de un gatito.

Su pequeña nariz respingona estaba sollozando.

La mano de Linley acarició suavemente la espalda desnuda de Delia.

En su mente, él continuó saboreando lo que había sucedido en ese momento.

Lo nervioso que se había sentido cuando había entrado en el cuerpo de Delia...

Linley tenía que admitir que las cosas se habían puesto un poco demasiado salvajes en ese momento.

Habían pasado tres horas enteras.

—Delia, ¿qué pasa? —Quiero llorar —Delia abrazó el pecho de Linley—.

Sólo quiero llorar ahora.

Cuando pienso en cómo tú y Alice estaban juntos, me dan ganas de llorar.

Cuando pienso en cómo esperé diez años, me dan ganas de llorar.

Sob.

Linley sostuvo su cabeza entre sus manos.

Mujeres.

Era imposible entenderlas.

—Linley, ¿puedo decirte algo? —dijo Delia suavemente.

—¿Hrm?  Linley bajó su cabeza para mirarla.

Delia alzó su cabeza para mirarlo.

Con un rostro serio, dijo en voz baja: —Tú...

Estás duro, ahí abajo.

—¿Uh? Por un momento, Linley no tuvo idea de qué decir.

—Sabes, el hijo de Wharton y Nina va a nacer en unos pocos meses.

¿No crees que tenemos que trabajar más duro? —susurró Linley.

—¿Um?  Ella se sobresaltó.

—Por lo tanto, tengo que mantener el ritmo.

Linley se volteó y empujó a Delia abajo una vez más.

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