Capítulo 510 - El Mar De Niebla
La forma de vida metálica se movía como un destello de luz, perforando el aire a gran velocidad hacia el Este.
Dentro de la sala de estar de la forma de vida metálica, Linley y Delia estaban sentados uno frente al otro, mientras Bebe y Jenkin estaban sentados uno frente al otro.
Todo el mundo estaba charlando casualmente.
—¿Mi patria? Es un lugar mucho más complicado que el suyo —el rostro de Jenkin era todo sonrisas ahora, tan diferente de la mirada de temor que tenía cuando había estado huyendo y viajando—.
Además, el continente de mi patria es bastante grande.
Desde el Norte hacia el Sur, se extiende por lo menos cien mil kilómetros.
Linley asintió ligeramente.
El continente Yulan, de Norte a Sur, se extendía sólo veinte o treinta mil kilómetros.
La patria de Jenkin era mucho más grande que el continente Yulan.
—Mi hogar estaba dividido principalmente en tres fuerzas.
La primera incluía a las sociedades humanas, la segunda incluía a los clanes de hombres bestia y la última incluía a las razas acuáticas.
Allí hay todo tipo de religiones.
¡Jaja, me temo que se van a reír de mí cuando diga esto, pero en realidad tenía mi propia iglesia entre los humanos y entre los hombres bestia!
Jenkin rio.
—Esos hombres bestias no tenían idea de que la Deidad a la que adoraban en realidad era un humano.
Linley, Delia y Bebe se habían aburrido en su viaje, por lo que estaban felices de escuchar a Jenkin contarles algunas historias de su propio plano material.
Tenía que decirse que el plano material de Jenkin, aunque no tenía tantos secretos complicados como el continente Yulan, tenía mucha más gente, Santos y religiones, todos los cuales se dedicaban a la batalla, mientras que las varias razas luchaban entre sí.
—¡Oho! No tenía ni idea —Bebe carcajeó—.
Así qué en tu propio plano material, eras una figura increíble.
La historia de Jenkin sí tenía una sensación bastante ‘legendaria’.
—Desafortunadamente —suspiró Jenkin—.
Cuando uno se encuentra en el pináculo del continente, ¡uno se siente solo!
Linley asintió ligeramente.
En realidad, la gran mayoría de los expertos que dejan los planos materiales hacia los Planos Superiores lo hacen por soledad.
—Sabía muy bien lo peligroso que era el Reino Infernal, pero aun así decidí venir.
Sin embargo, el grado de peligro aquí es mucho mayor de lo que jamás imaginé —dijo con gratitud—.
Si no hubiese sido por ustedes tres ayudándome, ni siquiera habría sido capaz de llegar a cinco mil piedras de tinta.
Jenkin no podía reunir cinco mil piedras de tinta, pero para el grupo de Linley, cinco mil piedras de tinta eran como un vello en el cuerpo de nueve toros.
Mientras conversaban con él, el grupo había sentido que Jenkin era un buen tipo, así que Bebe había aceptado magnánimamente ayudar a Jenkin a pagar esa cuota de cinco mil piedras de tinta.
Las decenas de millones de kilómetros pasaron sin incidentes.
¡Aproximadamente un mes más tarde, el grupo de Linley llegó a las legendarias Montañas Amatista!
—¿Estas son las Montañas Amatista?
Linley estaba de pie en frente de la forma de vida metálica.
Mirando a través de las ventanas translúcidas, él pudo ver claramente las inmensas y sin fronteras Montañas Amatista.
Las Montañas Amatista cubrían una gran extensión de tierra, con una circunferencia de cientos de miles de kilómetros.
En el Reino Infernal, una circunferencia de cientos de miles de kilómetros en realidad no era una cantidad extravagante de tierra, pero aún se extendía hasta donde se podía ver a simple vista.
De una sola mirada, todo lo que se podía ver eran montañas interminables, la cuales se extendían a la distancia.
Al mismo tiempo, una niebla blanca flotaba sobre ellas.
Lo extraño era que sólo era posible ver la niebla.
No era posible ver las Montañas Amatista.
—De hecho, como dicen en los libros, las Montañas Amatista, a pesar de ser una cordillera, también es conocida como el ‘Mar de Niebla’.
Desde el exterior, uno no puede ver ni una roca.
Todo lo que se puede ver es una cantidad interminable de niebla blanca —suspiró mientras hablaba, mientras que Jenkin, Delia y Bebe miraban fascinados la hermosa vista que tenían frente a ellos.
Un área de cientos de miles de kilómetros, completamente cubierta por serpentinas nieblas blancas.
La luz del Sol de Sangre brillaba desde el cielo hacia la niebla blanca, creando escenas y colores brillantes que de hecho eran agradables de ver.
—¡Qué extraño! —exclamó Delia, sorprendida—.
Esa gran cadena montañosa de cientos de miles de kilómetros está completamente envuelta por incontables cantidades de niebla blanca, de una manera tan estrecha.
La niebla ha persistido durante incontables años sin disiparse.
Es realmente extraño.
No lo entendía en absoluto.
Linley, Delia y Bebe habían aprendido algunas cosas de los libros sobre las Montañas Amatista.
En cuanto a Jenkin, estaba completamente perdido.
—¿Esas son las Montañas Amatista?
Jenkin todavía no podía creer que esa zona cubierta de niebla eran las Montañas Amatista.
—Vamos.
Linley, con un pensamiento, hizo desaparecer la forma de vida metálica en el aire.
Linley, Delia y Bebe volaron hacia abajo, mientras que Jenkin fue cogido ligeramente fuera de guardia, pero luego se estabilizó rápidamente y también se apresuró hacia abajo.
La superficie de las Montañas Amatista estaba cubierta por el Mar de Niebla.
Fuera de las Montañas Amatista, sin embargo, había una verdadera avalancha de gente volando.
El número era tan asombrosamente alto que podría describirse como sorprendente.
Muchas Deidades se quedaban en las fronteras de ese Mar de Niebla, con la esperanza de tener la suerte de encontrar amatistas.
En la superficie del perímetro fuera de las Montañas Amatista, dentro de la línea de visión de Linley, había tres antiguos castillos.
Cuando el grupo se acercó, inmediatamente, dos hombres de mediana edad vestidos con uniformes negros volaron hacia ellos.
No pudieron evitar mirar a Delia con sorpresa, notando claramente que ella era un Demonio Dios Altivo.
En sus corazones, estaban perplejos.
a—¿Un Demonio Dios Altivo vendría aquí a cosechar Amatistas?
Demonios Dios Altivos, al servir como escolta, recibirían una compensación mucho mayor de lo que podrían recibir por minar amatistas.
En general, sólo Semidioses y Dioses irían a cosecharlas.
Después de darse cuenta de que Delia era un Demonio Dios Altivo, los dos inmediatamente pusieron una actitud notablemente mejor.
Uno de ellos, un hombre de cabello dorado, sonrió y dijo: —¿Puedo preguntarles por qué han venido?
Bebe rio y dijo: —Los tres vamos a echar un vistazo.
Ese chico viene a cosechar amatistas.
—¿Oh? —el hombre de cabello dorado asintió—.
Las Montañas Amatista son gobernadas conjuntamente por nuestros dieciocho clanes.
Pero, por supuesto, no vamos a impedir la entrada de los forasteros.
Ya sea para el turismo o para minar amatistas, todos los que ingresen pagarán cinco mil piedras de tinta.
Linley asintió ligeramente.
La regla de pagar una entrada de cinco mil piedras de tinta era una regla que había persistido durante incontables años.
Incluso los libros de registro lo habían anotado.
—¿Y si no tienes piedras de tinta? —preguntó Jenkin de repente.
—¿No las tienes? —el hombre de mediana edad lo miró de reojo y luego rio con calma—.
Si no tienes ninguna, también está bien.
Todavía podemos dejarte entrar, pero no te daremos una escritura de paso, así que cuando salgas...
¡Tendrás que pagarnos tres amatistas!
—¿Escritura de paso?
Linley levantó una ceja.
El hombre de cabello dorado asintió: —Correcto.
Todo aquel que pague cinco mil piedras de tinta puede recibir una escritura de paso.
Cuando salgan, siempre que nos devuelvan la escritura de paso, pueden irse.
El grupo de Linley comprendió ahora.
—Si quieren pagar cinco mil piedras de tinta, por favor vengan al punto de entrada centralizado.
El hombre de cabello dorado señaló una lejana puerta de palacio.
En realidad, las Montañas Amatista eran muy extensas.
Se podía entrar en ellas por cualquier punto del aire o de la tierra.
—Recuerden.
La escritura de paso que reciban tiene que ser devuelta.
Si quieren huir...
—el hombre de cabello dorado sonrió—.
Entonces sufrirán los ataques de los expertos de nuestros dieciocho clanes.
Je je.
Sólo un recordatorio, eso es todo.
Linley rio con calma y dijo: —Gracias.
Inmediatamente, él condujo a Delia, Bebe y Jenkin hacia esa entrada.
—Jefe, ese tipo parece ser bastante arrogante.
Sigue diciendo ‘dieciocho clanes’ esto y aquello —murmuró Bebe.
—Bebe, no le des importancia —el mismo Linley sabía exactamente lo poderosos que eran estos dieciocho clanes—.
El Continente Capullo Rojo sólo tiene un área de minería de amatistas.
Ese es un asombroso sitio lleno de tesoros.
Sabes cuánto vale una amatista.
¿Puedes imaginar cuántas amatistas producen las Montañas Amatista?
Bebe se sobresaltó.
¿Amatistas? Cada Castillo Capullo Rojo y Castillo Arena Negra tenían una gran cantidad de amatistas a la venta, tantas que uno ni siquiera podría contarlas todas.
—¡Las ‘Montañas Amatista’, que producen una cantidad inagotable de amatistas, son realmente un lugar de tesoros! La riqueza de cualquiera de los dieciocho clanes es mucho mayor que la del clan Boyd —Linley suspiró en sorpresa—.
Para que los dieciocho clanes puedan monopolizar este tesoro, las Montañas Amatista, tiene que significar que tienen el apoyo de un Asura.
¡Y, lo que es más, lo más probable es que haya más de un Asura detrás de ellos!
Las Montañas Amatista eran el único sitio de producción de amatistas dentro del Continente Capullo Rojo, pero el Continente Capullo Rojo tenía casi veinte prefecturas, lo que significaba casi veinte Asuras.
Si uno pasaba un poco de tiempo pensando en ello, ¡uno entendería que el poder de esos dieciocho clanes tenía que ser tan grande que ni siquiera un Demonio de Siete Estrellas como Elquin, mucho menos un ordinario Demonio Dios Altivo, se atrevería a causar problemas para ellos!
En la entrada de las Montañas Amatista.
—Muy bien, veinte mil piedras de tinta.
Con un movimiento de su mano, Linley sacó dos largas tiras de azurita.
La dama vestida con el largo uniforme negro trajo sacó casualmente cuatro sellos de aspecto idéntico, dando uno a cada persona en el grupo de Linley.
—Gracias, Sr.
Linley —dijo Jenkin con gratitud.
De hecho, en el camino hacia aquí en la forma de vida metálica, él había descubierto que...
Entre el grupo, quien tomaba las decisiones no era el Demonio Dios Altivo, Delia, sino Linley.
—Vámonos.
Linley voló directamente al aire, dirigiéndose junto a Delia y Bebe hacia el mar cubierto de niebla.
La luz del Sol de Sangre brillaba sobre el suave mar de niebla, creando colores deslumbrantes y una hermosa escena tras otra.
—Tan hermoso —Delia rio de una manera muy feliz—.
¡Linley, mira eso!
Ell apuntó hacia el mar de niebla, donde los mechones de niebla blanca, bajo la luz del sol, formaban caballos alados que galopaban en el aire.
—Vasto e interminable...
Es tan cómodo mirarlo —Linley rio—.
Vamos a echar un vistazo dentro.
Mientras hablaba, Linley empezó a volar más profundo, pero justo en ese momento...
—Los cuatro de ustedes, deténganse.
Una voz resonó.
El grupo de Linley se detuvo, perplejos.
Girando, vieron a un joven vestido con una armadura negra volando hacia ellos.
—¿Puede ser que no sepan lo peligroso que es ese Mar de Niebla? ¿Por qué están corriendo precipitadamente hacia él?
—¿Peligro? —desconcertado, Linley señaló a los demás en la distancia—.
¿No hay ya gente en el Mar de Niebla?
Como Linley lo veía, si otros podían entrar, entonces ellos también deberían poder entrar.
Además, los libros que había comprado en relación con el Reino Infernal habían dado una breve descripción de las Montañas Amatista.
Pero, por supuesto, esos libros no eran muy gruesos, y sólo dedicaban unas pocas páginas a cada prefectura.
—Déjenme darles una advertencia —dijo el joven con solemnidad—.
El ‘Mar de Niebla’ de las Montañas Amatista es muy extraño.
La visibilidad dentro de ella es muy baja.
Generalmente hablando, los Dioses sólo podrán ver a cien metros.
Por lo tanto...
No importa qué, dentro del Mar de Niebla, cada uno permanecerá solamente en los bordes externos.
¡Si eres un Dios, no puedes entrar a más de cien metros!
El grupo de Linley empezó a escuchar con atención.
El joven dijo solemnemente: —Todos los que entran más profundamente, tan profundamente que ya no pueden ver el exterior, nunca podrán volver a salir.
El grupo de Linley quedó muy impresionado.
—¿No pueden salir? —preguntó Bebe, sorprendido—.
¿Cómo es eso posible? Es sólo niebla blanca.
Aunque la visibilidad es baja, si volamos en línea recta desde dentro, ¿por qué no podremos salir?
—¡No podrán volar! —dijo el joven con solemnidad—.
Mientras estén dentro del perímetro exterior del Mar de Niebla y puedan ver el mundo exterior, podrán volar.
Pero si no pueden ver el mundo exterior, estarán acabados.
¡Por lo tanto, deben ser cuidadosos al minar amatistas!
—¡Incluso si hay amatistas a sólo diez metros frente a ustedes, pase lo que pase, no pasen ese margen de peligro! ¡Tan pronto como entren en la niebla, no podrán salir! —dijo solemnemente.
Linley frunció el ceño mientras miraba hacia el gran número de Deidades que se cernían en las fronteras del lejano Mar de Niebla, y de inmediato empezó a entender.
—Cierto.
Si el Mar de Niebla no fuese peligroso, entonces esas Deidades probablemente habrían cargado profundamente en ella hace mucho tiempo para encontrar más amatistas.
¿Por qué siguen en la frontera?
Linley ahora estaba seguro de que el Mar de Niebla definitivamente tenía peligros dentro.
—Recuerden.
En todo momento, asegúrense de no ir a la zona prohibida, incluso si hay un montón de amatistas que rondan delante de ustedes.
No entren.
El joven terminó, luego se fue.
Linley, Delia y Bebe se miraron.
No pudieron evitar sentirse sorprendidos por las maravillas de la naturaleza.
—Delia, no estamos aquí para cosechar amatistas, solo para echar un vistazo.
Ven.
Vamos a otros lugares.
Linley no se preocupó demasiado.
De inmediato llevó a Delia y a Bebe a volar alrededor de las fronteras del Mar de Niebla, mientras que Jenkin continuaba siguiendo temporalmente al grupo de Linley.
El grupo de Linley caminó un rato.
—La suerte del capitán no es mala.
En realidad, él descubrió amatistas en este momento.
He estado aquí veinte años, pero todavía no he encontrado ni una.
Oye, Olivier, ¿has conseguido algo?
En ese momento, había un pequeño grupo de diez o más personas reunidas.
Su cabello era negro mezclado con blanco, y su túnica era gris.
Era Olivier, que también había llegado del continente Yulan.
Olivier agitó la cabeza.
—Mala suerte.
—No te desanimes.
Vamos, vamos a tomar unas cuantas copas.
Yo invito.
Su líder, el capitán, dijo con una carcajada.
El equipo voló hacia las regiones exteriores del Mar de Niebla, acercándose a la entrada, donde se encontraban varios restaurantes.
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