Capítulo 222 - Invitado
Viviendo en la Provincia Administrativa del Noroeste, se podría decir que Linley había conseguido todo lo que había deseado.
En un abrir y cerrar de ojos, él, Bebe, y el segundo hermano, Ankh, todos habían llegado al nivel Santo.
Su grupo ahora tenía cuatro expertos de nivel Santo.
¡Incluso las tres principales uniones mercantiles o los cuatro grandes gremios de asesinos no podían presumir de tal número!
Esta era una fuerza muy poderosa y oculta.
Por desgracia, en la capital imperial, lo contrario era cierto para Wharton.
En la amplia área de entrenamiento en la parte trasera de la casa, Wharton estaba entrenando salvajemente con su reliquia familiar ancestral, la espada de guerra ‘Sacrificadora’.
El sudor se vertía hacia abajo de cada parte de su cuerpo, pero parecía como si Wharton no se sintiese cansado en absoluto, a medida que él continuaba entrenando.
Observando en silencio, el Mayordomo Hiri negó con la cabeza para sí mismo.
—Wharton es igual que su padre.
Él se preocupa demasiado por el amor.
Hiri había visto a Hogg crecer, y sabía qué tan profundo era el amor que Hogg había sentido por la madre de Linley, Lina.
Cuando Lina había sido secuestrada, Hogg había estado en miseria por más de diez años.
La única razón por la que había resistido era porque tenía que cuidar de Linley y Wharton.
Tan pronto como Hogg consideró que Linley y Wharton podían crecer por su cuenta, usó todo para investigar el paradero de su esposa.
Al final, él pagó con su vida.
—Wharton es igual.
Su Majestad Imperial no cortó totalmente todas sus esperanzas.
Sólo le pidió a Wharton que no tuviese tanta prisa, ya que no había necesidad de que la Séptima Princesa se casase tan pronto.
Pero Wharton se ha puesto así...
Hiri seguía suspirando.
El Mayordomo Hiri no sabía que no era sólo Hogg y Wharton los que eran así.
Linley era igual.
—Groooowl.
Después de este gruñido bestial, Wharton se detuvo lentamente blandiendo la espada de guerra en sus manos.
Después de haber entrenado con esmero durante tantos años, Wharton ya había llegado a un muy alto nivel de competencia con la espada de guerra.
El rugido bestial que salió hace un momento fue una de las señas de identidad del estilo con la espada de guerra había desarrollado.
—Abuelo Hiri.
Wharton miró al Mayordomo Hiri, forzando una sonrisa en su rostro.
Después de haber desatado todas sus frustraciones en ese momento, Wharton se sentía un poco mejor por dentro.
—Wharton, no estés demasiado triste.
Usted y la Séptima Princesa todavía tienen una oportunidad —Hiri rio—.
Creo que la razón por la qué Su Majestad Imperial ha estado retrasándolo se debe a que es muy difícil para él elegir entre usted y Caylan.
Wharton asintió.
Wharton realmente entendía mucho al actual emperador.
Él era un emperador que valoraba mucho el talento humano, y también era un hombre bastante decisivo.
Pero tenía un defecto.
Ese defecto era la parcialidad.
¡Extrema parcialidad!
Todo el mundo en la capital imperial lo sabía.
Por ejemplo, hace veinte años, la gestión del clan de la Provincia Administrativa Sudeste había cometido algunos errores.
Ya que ellos no tenían el respaldo de un experto de nivel Santo, al final, su clan fue saqueado por el emperador.
En ese momento, muchos clanes habían deseado hacerse cargo de la Provincia Administrativa Sureste.
Pero al final, el Emperador le había dado a su único hermano menor, el Duque Julin, la autoridad sobre la provincia Administrativa Sureste.
Cualquier persona que estuviese cerca del emperador, tendía a ser favorecido.
El padre de Caylan, el Primer Ministro Imperial de Izquierda, Judd Darryl, se había criado junto al Emperador.
Ellos estaban en muy buenas relaciones.
Después de que el emperador subió al trono, él naturalmente nombró a Judd Darryl a un alto rango, y con el tiempo lo nombró Prime Ministro Imperial de Izquierda.
Él poseía un poder enorme, y podía ser descrito como segundo detrás del propio Emperador.
El emperador, estando en términos tan estrechos con el Primer Ministro Imperial de Izquierda, naturalmente, también era muy parcial y protector hacia Caylan.
Además, Caylan era una persona digna de gran talento.
Hubiese sido muy natural para el emperador estar de acuerdo con el intento de Caylan de cortejar a Nina.
Sin embargo, Wharton también estaba cortejando a Nina, y a ella le gustaba Wharton.
Eso hizo que el emperador vacilara.
Caylan y Wharton eran muy talentosos.
Él adoraba a Caylan, pero también adoraba a Nina.
El padre de Caylan era su querido amigo y era uno de los pilares del Imperio.
Pero Wharton era un Guerrero Sangre de Dragón.
¡Esa era una decisión muy difícil de hacer!
—Entiendo lo que piensa Su Majestad Imperial.
Pero que él rechace mi solicitud directa de que se me permita casarme con Nina significa que no será tan fácil para nosotros dos estar juntos —suspiró Wharton.
—Wharton, es necesario tener un poco de confianza en ti mismo.
El Mayordomo Hiri animó.
Wharton forzó una sonrisa y dijo: —Abuelo Hiri, sé cuál es la situación.
En el Imperio, el decreto de Su Majestad Imperial es ley absoluta.
La única persona de la que tiene miedo es del Dios de la Guerra.
Es por eso que originalmente formé parte de la competición para convertirme en un discípulo honorario.
Quería construir una relación con el Dios de la Guerra.
En tanto que el Dios de la Guerra esté dispuesto a ayudarme, todo habría sido establecido.
El Dios de la Guerra.
La verdadera fundación y pilar del Imperio O'Brien.
Una sola palabra del Dios de la Guerra podía hacer que el emperador abdicase sin atreverse a decir una palabra de queja.
Después de todo el Dios de la Guerra era el emperador fundador del Imperio O’Brien, y también era un experto nivel Deidad que estaba de pie en la parte superior de todo el continente Yulan.
—Lentamente, lentamente.
No tengas prisa —consoló Hiri.
—Lord Conde, la Séptima Princesa ha llegado —dijo un asistente respetuosamente mientras entraba en los campos de entrenamiento.
—¿Nina vino?
Wharton estaba muy sorprendido.
Aunque los dos estaban en condiciones muy cercanas, Nina rara vez iba a visitarlo a su mansión.
Wharton se lavó rápidamente, se cambió a un nuevo conjunto de ropa, y luego fue a la sala principal para ver a Nina.
Dentro de la sala principal.
Una mirada de felicidad estaba plasmada en el rostro de Nina.
La mujer encargada detrás de ella rio en voz baja y dijo: —Princesa, ¿qué clase de expresión cree que el Lord Conde tendrá en su rostro cuando oiga la noticia?
—¿Qué tipo de expresión tendrá el gran tonto?
Nina meditó la pregunta, su risa se volvió más alegre
Mientras pensaba y conversaba Nina de repente oyó pasos.
Girando, ella vio una gran y poderosa figura caminando hacia la sala, tan alto y fuerte como un dios guerrero.
Mirando a esa figura familiar, Nina sintió una sensación dulce en su corazón.
En su corazón, Wharton ya se había convertido en su pilar de apoyo mental.
—Nina, ¿por qué has venido a mi propiedad? ¿No tienes miedo a que tu padre Imperial te regañe?
Wharton rio mientras caminaba.
Nina frunció los labios.
—Él me puede regañar si quiere.
Yo quería venir.
Al ver la mirada adorable en el rostro de Nina, Wharton sintió una suave sensación de calidez en su corazón.
Se sentó junto a Nina y sostuvo sus manos.
—Nina, a juzgar por la expresión de tu rostro, creo que estás ocultándome algo.
Nina arrugó la nariz, diciendo alegremente: —No puedo ocultar nada de ti.
Quiero decirte una buena noticia.
—¿Buena noticia? ¿Qué buena noticia? ¿Tu padre Imperial ha cambiado de opinión y decidió permitir que me casase contigo? —dijo Wharton casualmente.
Las palabras del emperador eran tan buenas como el oro.
¿Cómo podía contradecir con tanta indiferencia lo que había dicho?
—Por supuesto que no.
La sonrisa de Nina era muy brillante.
—¿Entonces qué es?
La expresión de Nina se tornó solemne y dijo: —Hace dos días, hablé con mi Padre Imperial, pero él no estuvo de acuerdo.
Me sentí muy triste, así que pensé en algo.
Fui directamente a donde el hermano mayor Caylan.
—¿Fuiste a buscar a Caylan? —las cejas de Wharton se dispararon.
Caylan era su rival en el amor—.
¿Para qué fuiste a buscarlo?
Nina soltó unas risitas y dijo: —Okay, deja de suponer.
Sólo fui a tener una buena charla con el hermano mayor Caylan.
Le dije que lo único que sentía por él era el afecto por un hermano mayor.
Crecimos juntos, y realmente era como un hermano mayor para mí.
Le dije que nos ayudase.
Y le dije que si tuviese que dejarte, no sería capaz de vivir.
Wharton repente se sintió profundamente conmovido.
—Él se quedó callado por un largo tiempo, pero al final, estuvo de acuerdo en q hablar con Su Majestad Imperial, y dijo que iba a abandonar la idea de perseguirme y nos permitiría estar juntos.
La sonrisa de Nina era incandescente.
—¿Caylan se da por vencido?
Wharton se sorprendió.
Wharton había estado en la capital imperial durante mucho tiempo, y había interactuado con Caylan varias veces.
Wharton podía sentir claramente el amor que sentía Caylan hacia Nina.
Él estaba total y realmente enamorado de ella.
Y, sin embargo, Caylan había decidido renunciar.
Wharton se sintió muy conmovido, mientras que, al mismo tiempo, comenzó a admirar un poco a Caylan.
—El hermano mayor Caylan se ha dado por vencido, mientras que los otros no son una gran amenaza.
En cuanto a Lamonte, en el corazón de mi padre Imperial, no puede compararse a ti —una mirada muy feliz yacía en el rostro de Nina—.
Gran tonto, no hay nadie que nos pueda detener de estar juntos ahora.
¡Emoción!
No había manera de que pudiese detener que ese sentido de emoción y alegría se inflase en su corazón.
El más problemático competidor frente a él había renunciado voluntariamente.
Esa especie de súbita e inesperada alegría hizo a Wharton sentirse un poco mareado.
Mirando fijamente la sonrisa incandescente de Nina, Wharton se sentía más conmovido de lo que nunca lo había estado.
—Cierto.
Nadie nos impedirá estar juntos.
Wharton sostuvo a Nina fuertemente en sus brazos.
Linley, Bebe, Haeru, Rebecca, Leena, Jenne, Zassler, y Barker y sus hermanos salieron del Pueblo Picos de Nube y se dirigieron hacia la capital provincial de Basil.
La capital de la provincia de Basil.
Castillo del clan Jacques.
El grupo de Linley había llegado a las puertas.
—¿Quién está ante nosotros?
Los guardias del castillo ladraron hacia ellos desde muy lejos.
El clan Jacques era el que sostenía la hegemonía local de la Provincia Administrativa Noroeste.
Su cuartel general no era un lugar donde cualquiera pudiese entrar.
El quinto de los hermanos, Gates, de inmediato gritó en voz alta: —Ve a informar a McKenzie que nuestro Lord Linley ha llegado.
—¡¿Quién está haciendo tanto ruido afuera?! —gritó una voz familiar.
Linley miró cuidadosamente en dirección a esa voz.
De hecho, ese joven llamativamente vestido, Albert, había salido presuroso en medio de un número de sirvientes.
Al ver al grupo de Linley, la mirada en el rostro de Albert cambió.
—Te llamas Ley, ¿cierto? ¿Cómo te atreves a venir a mi casa? —una mirada viciosa y siniestra yacía en el rostro de Albert—.
No esperaba que esas seis personas pertenecientes a la Iglesia Radiante no pudiesen matarte.
Pero mi clan Jacques no será intimidado tan fácilmente por alguien como tú.
Al mismo tiempo, Albert también notó que detrás de Linley, estaba Jenne, así como Rebecca y su hermana.
La complexión de Jenne era tan hermosa como un pétalo de flor en un charco de agua, mientras que Rebecca y Leena poseían cierta gracia misteriosa que era extremadamente fascinante.
—¿Cómo diablos hizo ese tipo para conseguir que tantas mujeres hermosas lo siguiesen?
Albert se sintió muy ofendido.
—¿Cómo te atreves a venir a causar problemas a las puertas del clan Jacques? ¡Hombres! ¡Captúrenlos! —ordenó inmediatamente a gritos.
Los guardias de los alrededores cargaron hacia adelante, pero antes de que Linley hiciese un solo movimiento, Barker y sus hermanos fueron hacia adelante.
—Perdonen sus vidas —dijo Linley con calma.
—Entendido —dijo Gates emocionado.
—Siempre que no mueran, ¿cierto?
Los ojos de Barker también tenían un rastro de alegría.
Esos cinco hermanos habían sido famosos en los Dieciocho Ducados del Norte como unos señores de la guerra sedientos de sangre.
Al frente de sus ejércitos, habían matado a un sinnúmero de personas.
Esos cinco enormes hermanos eran como máquinas de guerra.
Capturaron a un guardia tras otro, tan fácilmente como agarrar a un pollo, y luego los arrojaron casualmente como sacos de arena hacia las puertas del castillo.
La fuerza de esos lanzamientos de los hermanos Barker era bastante alta.
Esos guerreros de quinto y sexto rango tuvieron sus huesos rotos tan pronto como llegaron al suelo.
—Tú...
—Albert estaba tan enojado que todo su cuerpo temblaba—.
Eres demasiado arrogante y salvaje.
¿Te atreves a actuar así delante del clan Jacques?
—¿Qué está pasando aquí?
Un rugido furioso se escuchó, a medida que otro grupo de personas aparecía desde el interior del castillo.
El líder era un hombre de mediana edad con un rostro cuadrado.
Albert inmediatamente se inclinó y dijo: —Padre, estas personas están causando problemas en nuestras puertas, e incluso hirieron a nuestros guardias.
—¿Oh?
Ese hombre de mediana edad era el líder del clan Jacques, Odín Jacques.
Odín Jacques miró fríamente al grupo de Linley.
—¡Jaja, hermano Linley, has llegado!
Se oyó una carcajada a medida que una mancha descendía rápidamente desde los cielos, y aparecía delante de las puertas del castillo.
Esa espalda rígida y flaca.
Ese cabello salpicado de blanco.
Odín y Albert, al ver a ese hombre, inmediatamente soltaron todas las ostentaciones de arrogancia y de inmediato se inclinaron respetuosamente.
—Odín, ¿qué estás haciendo aquí?
McKenzie miró fríamente a Odín.
Odín tembló, sin atreverse a hablar.
Había oído cómo McKenzie acababa de decir las palabras, ‘hermano Linley’.
Él no se atrevía a decir una palabra.
—Esto no tiene nada que ver con ese hombre Odín.
Sólo hay un pequeño rencor entre su hijo Albert y yo.
Así que, él quiso utilizar las fuerzas del clan para resolver nuestros asuntos privados —dijo Linley con una sonrisa tranquila.
—¿Rencor?
McKenzie asintió.
Lanzado una sola mirada fría a Albert, McKenzie se giró para mirar a Odín.
—Odín, manda a Albert a la ciudad de la prefectura de Deco para que ayude a su tío.
La capital provincial de Basil ya no es un lugar apropiado para que el se quede.
El rostro de Albert se puso blanco al instante.
¿La capital provincial de Basil ya no era un lugar adecuado para que se quedase? Eso era lo mismo que decir que su posición como heredero del clan había sido despojada.
Por otra parte, estaba siendo exiliado a una ciudad de la prefectura, y ni siquiera iba a ser el gobernador de la ciudad; sólo iba ayudar a su tío.
En el futuro, ni siquiera estaría en el mismo nivel de Keane.
—Sí, abuelo.
Odín no se atrevió a dudar en lo más mínimo.
En la Provincia Administrativa del Noroeste, el estatus de McKenzie era igual al estatus del Dios de la Guerra O’Brien en el Imperio O’Brien.
Incluso si quería que Odín renunciase a su cargo como líder del clan, Odín no se atrevería a expresar una sola palabra de queja.
—Hermano Linley, lo siento mucho.
Estaba dando un paseo justo ahora, así que llegué un poco tarde.
McKenzie dio una calurosa bienvenida a Linley en su castillo.
Sonriendo, Linley entró en el castillo junto a McKenzie, con Odín siguiéndolos cortésmente por detrás.
En cuanto al pálido Albert, nadie le prestó más atención.
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