Capítulo 131 - El Rey De Los Asesinos
César miró a Linley con sospecha y dijo: —¿Qué? ¿Puede ser que esa pequeña niña del clan Leon no sea su prometida?
—¿Prometida? —articuló esa palabra.
Al ver la reacción de Linley, él pareció entender algo.
Riendo, dijo: —¡Jaja, qué divertido, qué divertido! Maestro Linley, debo decir que, esa pequeña Señorita Delia del clan Leon ha pasado muchos problemas por su bien.
Ella gastó mucho tiempo, mucho esfuerzo, y también oro con el fin de comprar esa escultura suya, ‘Despertar de un Sueño’.
Linley miró inquisitivamente a César y dijo: —Sr.
César, ¿puede decirme donde usted escuchó que Delia era mi prometida, y que íbamos a casarnos?
César acarició su barba.
Con encanto, dijo: —No debo decirlo, no debo decirlo.
Pero en su mente, César recordaba el contenido de la carta la cual Delia hizo que su sirviente le diese.
Él reflexionó para sí mismo: —Para que una chica tenga el coraje de actuar de tal forma muestra que sus sentimientos hacia Linley son genuinos.
Mejor no digo nada, sino terminaré avergonzando a esa pequeña niña, Delia.
César sabía que cuando una chica le decía ciertas cosas, sería más que moralmente erróneo de su parte expandirlo hacia otros.
Él, César… Era un hombre de principios.
Linley enterró su curiosidad.
Después de todo, César describiendo a Delia como su prometida era un asunto pequeño.
Ese hombre en frente de él era un fenómeno de seis mil años de edad.
Eso era lo que importaba.
—Sr.
César, que usted venga aquí con una de las medallas de la Iglesia Radiante, ¿significa que vino a mí por los negocios de la Iglesia Radiante?
Linley intencionalmente intentó probar la razón por la que el hombre estaba allí.
César se sentó con un gesto dramático, entonces negó con la cabeza: —¿La Iglesia Radiante? No me amontones con esos tipos de la Iglesia Radiante.
—¿Entonces esa medalla?
Linley miró inquisitivamente a César.
César dijo casualmente: —Oh, es de cuando maté a ese Cardenal.
Pensé que esta medalla eventualmente sería de ayuda, así que la tomé de su cadáver.
En ocasiones, la saco y la presento.
Tengo que decir, realmente me ha ayudado con el pasar de estos años.
—¿Asesinó a un Cardenal y luego tomó casualmente su medalla?
El corazón de Linley tembló, y no pudo evitar sentir frío.
Ese César en frente de él era una persona extremadamente fuerte.
La voz de Doehring Cowart sonó en la mente de Linley otra vez: —Linley, cuando estaba vivo, César ya había entrado en el nivel Santo.
En ese tiempo, la Iglesia Radiante no era muy poderosa.
Después de cinco mil años, César está definitivamente en un nivel extremadamente terrorífico.
La Iglesia Radiante no lo ofendería solo debido a que asesinó a un Cardenal.
—Después de todo… César es un especialista en asesinatos.
Un combatiente de nivel Santo tal como él es de lejos más peligroso que un combatiente nivel Santo ordinario.
Lo que es más, un especialista en asesinatos, al llegar al pico del nivel Santo, es incluso más poderoso.
Después de escuchar las palabras de Doehring Cowart, Linley comenzó a entender.
En el pasado, cuando él había estado en la Cordillera de las Bestias Mágicas, él también había encontrado asesinos.
Linley sabía muy bien que a pesar de solo ser de sexto rango, un asesino especialmente entrenado de sexto rango podía de lejos ser más peligroso que los otros combatientes de sexto rango.
Debido a que los asesinos se especializaban en ‘emboscar’ y en ‘asesinatos de un solo golpe’.
Cuando ellos asesinaban a alguien actuaban sin escrúpulos u honor.
A muchos combatientes de nivel Santo, por otro lado, les importa grandemente su honor personal y reputación.
Un combatiente en el pico del nivel Santo que no tenía vergüenza y que era un asesino que poseía un poder aterrador.
—Esa es la razón de por qué la Iglesia Radiante nunca a intentado recuperar la medalla de César.
Esa también es la razón de por qué César es capaz de vivir tan abiertamente en la Capital Santa, la Ciudad de Fenlai —Doehring Cowart suspiró—.
Ese César realmente está viviendo una vida muy cómoda.
Al escuchar esas palabras, no pudo evitar sentir admiración por César.
—¿Qué, está asustado? —César vio que Linley había caído en silencio.
Él no pudo evitar sonreírle—.
Relájese, eso fue hace mucho tiempo.
Ha pasado un tiempo desde la última vez que maté a alguien.
¿Un tiempo? ¿Cuán largo periodo de tiempo era ese? Recordando que el hombre en frente de él era un asesino de seis mil años de edad, Linley no estaba muy seguro.
—Estoy bien.
Solo estoy asombrado por el poder del Sr.
César, que usted pueda matar a un Cardenal de la Iglesia Radiante, y aun así vivir abiertamente en la Capital Santa.
Linley sonrió.
Los ojos de César se iluminaron, y él palmeó los hombros de Linley, asintiendo dijo: —Nada mal, nada mal.
Usted realmente es un maestro escultor; su fortaleza mental es mucho más fuerte que la de los otros.
A pesar de conocer mi poder, usted no está asustado en lo más mínimo.
—Maestro Linley, he venido a visitarlo debido a que deseo pedirle algo —dijo con sinceridad mientras observaba a Linley.
Linley dijo rápidamente: —Sr.
César, por favor hable.
Siempre que esté dentro de mis capacidades, definitivamente lo asistiré.
Pero César puso una mirada severa, diciendo: —Maestro Linley, yo, César, siempre he odiado deberles favores a otros.
Ya que estoy pidiéndole un favor, naturalmente también le ayudaré en algo.
Linley sintió alegría en su corazón.
Un favor de un asesino que había llegado al nivel Santo hace más de cinco mil años era invaluable.
En la mente de Linley, un pensamiento destelló rápidamente, ¡Matar a Clayde!
Todo ese tiempo, Linley había estado intentando pensar amargamente en una forma para tratar con Clayde, o tal vez capturarlo e interrogarlo.
Linley había encontrado absolutamente lo que le pasó a su madre.
Pero en términos tanto de poder personal como de fuerzas totales disponibles, Clayde era de lejos más poderoso que Linley.
Él no tenía una forma de tratar con Clayde.
Pero ahora, Linley tenía una forma
—Si fuese a invitar a este César para que fuese y secuestrase a Clayde, eso no debería ser muy difícil.
Linley comenzó a emocionarse.
Ese problema ya lo había molestado por un largo tiempo.
Parecía que ahora podría resolverlo.
—Sr.
César, por favor, dígame lo que necesita —dijo muy seriamente.
César dijo directamente: —Bien, entonces solo lo diré sin rodeos —frotando su barba, la actitud de César era como la de charlar con un viejo amigo—.
No tengo muchas aficiones.
Las mujeres, me gustan.
En el pasado, asesinar también era una afición.
Pero después me aburrí de asesinar.
Así que comencé a tomar un interés en el arte.
Y, naturalmente, estoy muy encaprichado con las esculturas de piedra, esa forma de arte superior.
Maestro Linley… la última vez, sentí una gran cantidad de lamento por ser incapaz de comprar su escultura, ‘Despertar de un Sueño’.
Cuando lo recuerdo, ni siquiera puedo dormir bien en las noches.
Después de girar y girar muchas veces, decidí venir a visitarlo en persona.
—Sr.
César, ¿qué está intentando decir?
Las cejas de Linley se fruncieron.
Él ya había vendido la escultura, ‘Despertar de un Sueño’.
Delia había sido la que la compró.
—Estaba esperanzando de pedirle, Maestro Linley, que me ayudase a tallar una escultura.
Observó con esperanza a Linley.
—Fácilmente hecho —Linley aceptó rápidamente.
Cada día, él pasaba unas pocas horas entrenándose tallando esculturas.
Pasar algo de ese tiempo tallando una para César era una tarea fácil.
—Tengo unos pocos requerimientos secundarios para esa escultura.
Se puso de pie, pareciendo un poco avergonzado.
¡Avergonzado!
Cierto, ese fenómeno de seis mil años de edad parecía un poco avergonzado.
—Sr.
César, siéntase libre de explicarlo.
Observó a César con curiosidad.
Soltó una carcajada y dijo: —Maestro Linley, espero… que esa escultura sea de mí, y que capture mi aura única.
—¿Usarlo como mi modelo? ¿Su aura única?
Estaba conmocionado.
Viendo la mirada sobre el rostro de Linley, dijo rápidamente: —¿Qué, eso será difícil?
—No, no lo es —negó con la cabeza, frunciendo el ceño—.
Usarlo como el modelo es muy fácil.
Habiéndolo visto una vez, es fácil para mí recordar como luce.
Puedo esculpirlo sin ningún problema.
Pero es un poco más complicado imbuir la estatua con su aura única.
Eso es debido a que cada persona tiene un aura diferente en tiempos diferentes, tales como un aura cuando están molestos, otra cuando están felices, otra cuando están tristes, heridos, o ambos furiosos y tristes…
De inmediato rio y dijo: —Fácil.
El aura que quiero… es el aura que tengo cuando estoy en mi virilidad.
—¿Su virilidad? —lo observó inquisitivamente—.
Sr.
César, ¿cuándo usted siente que está en su virilidad?
Linley estaba comenzando a preguntarse si ese fenómeno de seis mil años de edad tenía algunos problemas mentales.
Dijo con confianza: —¡Creo que parezco más viril cuando mato a alguien! ¡Mi alias es el ‘Rey de los Asesinos’ por una razón, ¿sabes?!
¡César el ‘Rey de los Asesinos’!
Ese era un nombre muy terrorífico en el continente Yulan.
Ni los Cuatro Grandes Imperios ni las dos alianzas mayores deseaban ofender a ese individuo.
Incluso los cuatro mayores gremios de asesinos, si eran forzados a nominar a la persona más asombrosa dentro de sus filas, sin duda sería seleccionada esa persona que había dominado el continente Yulan por más de cinco mil años.
César, el ‘Rey de Asesinos’.
¡Un combatiente en el pico del nivel Santo, y especializado en técnicas de asesinato! En términos de los números y complejidad de técnicas de asesinato que poseía, él ya llegaba al pináculo de la perfección en ese campo.
Esas personas que habían recibido algún entrenamiento de César fueron tan lejos como para decir que sus técnicas de asesinato habían llegado al campo de la habilidad artística.
El asesino más fuerte.
¡El Rey de los Asesinos!
A pesar de que había pocas personas en el continente Yulan que se habían convertido en combatientes en el pico del nivel Santo, tales como el Emperador Santo de la Iglesia Radiante, o el Patriarca Oscuro del Culto de las Sombras, o ese Lord Fallen Leaf de la Iglesia Radiante.
Y por supuesto, los Cuatro Grandes Imperios cada uno tenía sus propios combatientes en el pico del nivel Santo.
Pero sin duda, cada uno de esos combatientes estaba muy consciente del Rey de los Asesinos, César.
Debido a que en términos de asesinato, ninguno de ellos podía igualarlo.
El poder del ‘Rey de los Asesinos’ en el pico del nivel Santo era simplemente aterrador.
Incluso los Cuatro Grandes Imperios y las dos grandes alianzas mantenían el principio de, ‘no ofenderlo si es absolutamente posible evitar hacerlo’, mucho menos los otros clanes mayores del continente Yulan.
Originalmente, durante la subasta, el Cardenal Lampson y el Cardenal Guillermo habían estado preparados para ofertar un precio extremadamente alto así Linley se sentiría agradecido hacia ellos.
Pero al ver a César haciendo una oferta, estuvieron tan asustados que ya no se atrevieron a ofertar en lo absoluto.
Incluso ese viejo sirviente del clan Leon, Shaw, había estado aterrorizado al ver a César, el Rey de los Asesinos.
En ese momento, solo después de que Delia le hubiese escrito a César una carta y obtenido su consentimiento, Delia se atrevió hacer otra oferta.
De eso, uno podría decir cuan verdaderamente formidable era este ‘Rey de los Asesinos’.
A pesar de que él tenía una medalla de Cardenal por tantos años, la Iglesia Radiante nunca había intentado recuperarla, y le permitió a César usarla para engañar a otros como le plazca sin protestar.
Esa era su muestra de buena voluntad hacia César.
Mientras que sobre ese Cardenal que él asesinó, la única cosa que podía ser dicha fue que murió en vano.
—¿Cuándo asesina a alguien? —Linley negó con la cabeza—.
Sr.
César, nunca lo he visto matar a alguien.
¿Cómo sabría cómo se ve cuando mata a alguien?
En el presente, Linley aún sabía muy poco con respecto a los nombres de los combatientes de nivel Santo del continente Yulan.
Incluso nunca había escuchado del mundialmente famoso ‘Rey de los Asesinos’, César.
—¡Eso es fácil! Solo le mostraré ahora como me veo cuando asesino a alguien.
Observe cuidadosamente.
La actitud cambió de César instantáneamente.
—¡Espere! —Linley rápidamente gritó en alarma—.
Sr.
César, por favor no mate a nadie en mi casa.
—¿Quién dijo que iba matar a alguien? Solo voy a mostrarle la forma que me tengo cuando mato a alguien, eso es todo.
César miró a Linley un tanto agriamente.
Linley rio raramente.
En su corazón, estaba lleno con una gran cantidad de miedo hacia ese ‘Rey de los Asesinos’, César.
Cuando escuchó que César iba a mostrar cómo se veía cuando asesinaba a alguien, Linley estuvo instantáneamente espantado y quiso detenerlo.
—Observe cuidadosamente.
Pretenderé que mi objetivo es ese florero en frente de nosotros —dijo con calma.
Su actitud anterior había cambiado totalmente.
Él se volvió calmado.
En un abrir y cerrar de ojos, esa perezosa e indolente aura de César desapareció totalmente, y se volvió alguien sin un rastro de aura, sin un rastro de poder, sin un rastro de emoción.
Frío.
Calmado.
Linley no vio nada en lo absoluto.
Él solo sintió que el aire vibraba ligeramente, y entonces el florero en frente de Linley comenzó a desintegrarse, una pulgada a la vez.
Correcto.
¡Tan claramente como puede ser, el florero se había desintegrado, una pulgada a la vez!
Esa sensación aturdió totalmente a Linley.
—¿Así que ese es el Rey de los Asesinos?
En la mente de Linley, él memorizó firmemente ese momento.
Cuando hizo su movimiento, la expresión de César no había cambiado en lo más mínimo.
En ese momento parecía totalmente sin emociones, y había mirado fríamente a todo en la mansión.
Era como si en sus ojos, toda vida no era más que hierba.
Matar a alguien no era más que cortar unas hojas de hierbas.
Pero Linley también tenía el sentimiento de que, cuando César había hecho su movimiento, toda su atención se había concentrado en ese florero.
Como si todo el universo se hubiese reducido al florero, y nada más existía.
Ese extraño y bizarro sentimiento hizo que Linley quisiese vomitar sangre.
—¿Lo vio? —una vez más se volvió enérgico y animado.
Sentándose casualmente, cruzó sus piernas y observó a Linley—.
¿Qué piensa? ¿Está de acuerdo con que me veo más viril en ese tipo de momento? Sabes, confío en esa técnica para ganar los corazones de unas pocas jóvenes señoritas.
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